Cuando hace algunos años mi hermano Ceferino Aguilera me pidió un artículo para incluirlo en la gran obra que conmemoraba el L Aniversario del Centro de Formación Profesional de la Sagrada Familia, que fuera fundado por voluntad expresa de los Marqueses de Peñaflor, le remití un texto que hoy, para mí, cobra un sentido inesperado. Entre otras cosas, en aquel artículo escribí:
Francisco Fernández-Pro
Francisco Fernández-Pro: Letras breves... El campesino fascista
Lo escribí hace algún tiempo: dos y dos son cuatro; quien cuenta cinco, no sabe contar o es que se está comiendo el palote que le sobra. Pero, digan lo que digan, en el campo nunca hubo quien no supiera contar, aunque fuera con los dedos y a la cuenta de la vieja.
Francisco Fernández-Pro: Letras breves... Por amor a las palabras y en honor a la R.A.E.
Tras el enésimos varapalo que esta gente mediocre -empeñada en regir no sólo nuestros destinos sino nuestro Patrimonio más sagrado- recibe de la R.A.E. de la Lengua, la cual se conduce siempre por la lógica de la razón que gobierna las palabras, he pensado que sería un detalle sacar de las alforjas de lo escrito, uno que concebí hace casi seis años pero que, con la embestida de la mediocridad, liderada en esta ocasión por Carmen Calvo -siempre tan empecinada-, se hace tan vigente que, al final, puede resultar un buen artículo semanal y, desde luego, el mejor homenaje de respeto y admiración que puedo rendirle a nuestra Institución Académica más respetable.
Francisco Fernández-Pro: Letras breves... Mis hijos
La ministro Celáa, lo soltó como si tal cosa: “Los hijos no pertenecen a los padres”. He tenido que entrar en Internet para convencerme de que esta mujer tiene dos hijas, porque yo -que tengo cuatro y un varón- es algo que tenía clarísimo como el agua.